Buscar en el sitio

DESTACADOS ESTE MES



Lucas 10 y 11 

Hechos de los apóstoles 19

1 Corintios 3

Isaías 58

Jueces 17 y 18 

Hechos de los apóstoles 17

Gálatas 5 y 6 (fragmentos)

Carta 2 a Timoteo

Lamentaciones 3

Ezequiel 37


Biblia completa en audio


En el año treinta y nueve de su reinado, Asa contrajo una enfermedad grave en los pies. A pesar de lo grave que era, no buscó la ayuda del Señor , sino que recurrió exclusivamente a sus médicos. Así que murió en el año cuarenta y uno de su reinado.

2 Crónicas 16:12-13



Puedes hacer esta oración con fe 

Señor Jesús,
te exaltamos hoy en medio del dolor y la incertidumbre.
Tú eres la imagen del Dios invisible, el Señor de toda la creación,
y sabemos que en Ti todas las cosas subsisten, aun cuando no entendemos el porqué de este sufrimiento.

Tú no eres indiferente al dolor humano.
Tú mismo llevaste nuestras enfermedades y sufriste nuestros dolores.
Te hiciste uno de nosotros, y como sumo sacerdote compasivo,
nos invitas a acercarnos confiadamente a tu trono de gracia.
Hoy lo hacemos, Señor, con corazones quebrantados pero llenos de fe.

Creemos que Tú eres la resurrección y la vida.
En Ti hay esperanza incluso frente a la enfermedad o la muerte.
Sabemos que ningún diagnóstico es más fuerte que tu poder,
y ningún dolor es más profundo que tu amor.

Por eso te adoramos.
Tú tienes el nombre que es sobre todo nombre.
Y aun aquí, durante esta enfermedad, en este tiempo difícil,
doblamos nuestras rodillas y confesamos con nuestros labios
que Tú eres el Señor.

Sostén a este enfermo y su familia con tu paz,
renueva sus fuerzas con tu amor,
y hazte presente de manera real y poderosa.
En tu nombre glorioso oramos, Jesús. Amén.




Yo te acepto, Señor Jesús, como mi único y suficiente Señor y salvador de mi vida.

Arrepiéntete, cree, ríndete e invita al Espíritu Santo a guiar tu vida por completo. 

Él sabe por donde comenzar, él sabe como restaurar, él sabe como conducir, porque él es Dios y él aún está llamando. 



Romanos 14:8-9 Si vivimos o morimos, es para honrar al Señor Jesucristo. Ya sea que estemos vivos, o que estemos muertos, somos de él. En realidad, Jesucristo murió y resucitó para tener autoridad sobre los vivos y los muertos.